jueves, 22 de mayo de 2008

La carta que me gustaría enviar a mis vecinos de Alicante, que quieren deshacerse de mis queridos gatos

Para la comunidad de propietarios de “Peñalmar”

Estimados vecinos:

Soy Miriam, propietarios del bungalow nº 18, residentes en esta urbanización desde su construcción hace casi 25 años. En primer lugar, me gustaría aclarar que la redacción de la presente carta es totalmente iniciativa mía y que la escribo por mi propia voluntad y con mis propias palabras, sin que ningún miembro de mi familia me haya forzado a hacerlo. Por lo tanto, no culpen a mis padres de nada de lo que contenga esta carta, puesto que ellos el único “pecado” que han cometido ha sido el de enseñarme a ser una buena persona y a tratar a los demás de una manera justa y bondadosa, así como a amar y respetar a la naturaleza que nos rodea.

Y de ahí que quiera escribir esta carta. Actualmente vivo en Madrid, pero durante más de 20 años me he criado y crecido en la urbanización “Peñalmar” y he sido muy feliz allí, jugando todo el día con mis amigos y sin que los muchos gatos que merodeaban supusieran un problema para nadie. Es más, creo que a todos nos gustaba que allí hubiera gatos. No hacían daño a nadie, sino todo lo contrario, evitaban que otros bichos más desagradables se acercaran a nosotros cuando andábamos jugando por el césped o por los sótanos. Los gatos se comen a las cucarachas, escarabajos, e incluso a las ratas que habitan en nuestra querida urbanización. Porque no nos engañemos, en nuestra urbanización hay ratas y éstas transmiten muchas más infecciones que los gatos.

Me he enterado de que estas últimas semanas han puesto unas jaulas muy bonitas por distintas zonas de la urbanización para cazar a los inofensivos gatos y llevarlos engañados a quién sabe dónde. No entiendo muy bien la finalidad de esta “táctica” puesto que gatos han existido siempre y siempre existirán. Muchos de ustedes se empeñan en culpar a ciertas personas de alimentar a los gatos, pensando que si no los alimentasen los gatos se irían. Sin embargo, el gato es un animal muy sabio (viene de la familia felina, como el león, el tigre,…) y les aseguro, queridos vecinos, que sabrían sacarse las castañas del fuego sin necesidad de abandonar la urbanización. ¿O acaso el acantilado no es una fuente inagotable de recursos para gatos, léase, insectos, pájaros, peces, etc.? De hecho, es allí donde los gatos pasan la mayor parte de sus días sin molestar a nadie, sin hacer otra cosa que comer y dormir. Puede que maúllen más fuertemente cuando están en celo, pero todo ser vivo tiene sus necesidades y peores cosas se han oído.

Con todo esto, sólo quiero expresar mi opinión acerca de las últimas novedades en mi querida urbanización, en la que yo me crié rodeada de gente que respetaba a los animales y los quería, y en la que ahora sólo encuentro maldad y egoísmo. Ojala pudiéramos poner jaulas y llevarnos engañados al corredor de la muerte a aquellos que realmente hacen el mal, pero no a unos inofensivos gatos que lo único que pretenden es vivir en paz sin molestar a nadie.

Sé que una carta de este tipo no va a cambiar la forma de pensar de nadie, pero quizás sirva para recapacitar y pensar si realmente lo que estamos haciendo sirve de algo: ¿vamos a estar gastando dinero en jaulas eternamente? Porque como ya he dicho, por muchos gatos que se llevan ahora, en dos o tres meses vendrán nuevos, y así sucesivamente.

Un saludo cordial.

jueves, 8 de mayo de 2008

algo rápido y sin pensar...

La impotencia de sentirme obligada a hacer ciertas cosas simplemente por lo que puedan pensar los demás... Eso es lo que más nerviosa me pone. Creo que es algo con lo que nunca aprenderé a convivir, ya que tengo una mente demasiado enrevesada, posiblemente, por mi condición femenina, porque, ¡qué casualidad!, mirando las fechas de las entradas de mi blog, casi siempre coincide con finales de mes... En cambio, el mes pasado, a pesar de que tuve fuertes tentaciones de hacerlo, intenté no escribir, simplemente por esquivar esa rutina que ya se estaba haciendo tan patente, y aquí estoy hoy, 8 de abril, que no es final de mes, para intentar variar un poco la costumbre...
Y, como iba diciendo, ese sentimiento me hace estar intranquila. Soy feliz, pero siempre hay algo que me "preocupa", cualquier nimiedad, cualquier pensamiento absurdo como por ejemplo: hace tres meses que no veo a mi padre y tengo ganas de verle, pero todo no puede ser! Y es que a veces nos empeñamos en complicar tanto las cosas... Quisiera estar sin pensar, dejar que todo fluya, que todo sea tan fácil como parece a simple vista, pero creo que mi condición femenina me puede y, aunque ya controlo ciertas cosas, las rayaduras de cabeza son inevitables.