viernes, 31 de marzo de 2006

El devenir



Un día desperté y todo había cambiado.
Sorprendida ante las nuevas adversidades, pensaba si todo lo anterior había sido una pesadilla o realmente había ocurrido. Me pellizqué. “Es real, lo sé, pero me cuesta creerlo”. Es sorprendente como de un día para otro las vidas pueden dar un giro tan radical, tan drástico que te hace dudar de la estabilidad infinita. Y, ¿qué pasa con aquellas promesas que yo misma hice y que ahora se van por el desagüe en un abrir y cerrar de ojos? Te lo preguntas tú y me lo pregunto yo. “Una promesa es para siempre”, dicen; yo lo dudo ya que ni siquiera puedo creer en mis propias promesas. Pero no sé si es mi culpa…
Es fácil apuntar con el dedo acusador para tener la conciencia tranquila. (¡La cagaste!)
Es fácil ponerse un escudo para que todas las acusaciones reboten y vuelvan a aquel que las lanzó. (¡Siempre la cagas!)
Empiezo a dudar sobre si me apetece seguir así; si siempre la cago, ¿por qué vuelves una y otra vez? Me aburre jugar a la absurdez, me cansa parecer una niña tonta que no entiende nada y a la que todo le hace reír, me hastía esforzarme por tener una vida ejemplar y siempre cagarla. Pero, ¡no hay nadie con autoridad suficiente para juzgar si la cago o no! NADIE. Porque es MI vida y ya es hora de vivirla para mí y no para ti, ni para ti, ni para ti, ni para ti.


Hoy he despertado y todo ha vuelto a cambiar. Pero los cambios ya no me duelen, ya no me parecen adversidades sino nuevas pruebas que la vida ha creado para hacerme más fuerte. Y lo estoy consiguiendo…