miércoles, 23 de noviembre de 2005

Soy buena, pero no tonta



Si te tiendo mi mano, si te ofrezco mi ayuda, si estoy a tu lado tanto en los buenos como en los malos momentos, si me preocupo por ti, si te doy todo lo que tengo, si no te niego ningún favor, si a cada llamada tuya pidiendo mi atención ahí estoy yo, si en definitiva nunca te he fallado ni te fallaré, no es para que me tomes por el pito el sereno. Que no, hombre, que yo también tengo sentimientos.
¿Has oido hablar de la reciprocidad de las relaciones, de todas las relaciones, tanto de las de amistad, como las de amor, de familia, de compañerismo? Si yo estoy es porque espero que tú también lo estés para mi. Si no estás, algo falla...
Y es que no me han enseñado a decir que no. De todas formas, el que sea buena persona no implica que sea tonta, al contario... Parece ser que las buenas personas ya no están de moda, tendré que ir pensando en hacerme mala...

sábado, 12 de noviembre de 2005

Memorias de una promotora


¡Qué divertido es ser promotora! Sí, como lo oyen. Esta vez mi trabajo me llevó al corazón del pueblo de Elche, donde los señores acompañan a sus esposas a hacer la compra acicaladas y emperifolladas de la cabeza a los pies mientras ellos lucen su mejor chandal con una bonita camisa de cuadros metida por dentro y el pantalón casi rozando las axilas... Un lugar en el que la lengua utilizada no es ni el castellano ni el valenciano, ya que puedes escuchar cosas como "habemos comprado", "la semana pasada nos lo llevemos", "lo que haiga", y las "ces" y las "zetas" se convierten en "eses"...
Pero bueno, sin ofender a nadie, retomaré el tema central de esta breve narración. El trabajo de promotora. Durante las largas horas de soledad y aburrimiento te da tiempo a observar todo lo que hay a tu alrededor y a pensar un sinfin de cosas. Por ejemplo, observas las extrañas parejas que rodan por el hipermercado en cuestión. Las hay de todo tipo: la típica pareja de top models a la que todo el mundo mira de arriba a abajo; los abueletes que se cogen de la mano y piensas: vaya, parece que el amor para toda la vida sí que existe"; el típico paleto con la tía buena y viceversa; la mujer dominadora y el hombre sumiso andando por detrás arrastrando el carrito de la compra; y un largo etcétera. La verdad es que es muy entretenido. Pero cuando ya te conoces todos los tipos de parejas que existen, decides observar otras cosas: la sección de lácteos, con los cartones de leche bien alineados y ordenados por colores; las tazas con formas de animales que todo el mundo se para a mirar diciendo: mira que gracioso! pero que nadie compra; los helados que tienes justo delante y que hacen que se te haga la boca agua; las frutas unos pocos metros más alante rebosando y saliéndose de sus cestas;... Mil cosas.
Por no hablar de los simpáticos empleados del hipermercado que no tienen nada mejor que hacer que pasar por tu lado, sonreir y decir: "debes de estar super aburrida...". No, que va, no me ves la sonrisa de oreja a oreja que tengo y la cara de que-bien-me-lo-estoy-pasando??? Pues entonces te callas! O si no los niños que corretean por tu lado y te dicen: "puedo probar un bombón?". Pues no ves que no, que yo no doy a probar que sólo doy regalos...
Si, el trabajo de promotora es super agradable. Si no fuera por los 100 euros que más tarde tendré en mi cuenta, otro gallo cantaría!

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Y si así soy feliz, ¿qué más da?

"En árabe Zahir significa visible, presente, incapaz de pasar desapercibido. Algo o alguien con el que, una vez entramos en contacto, acaba ocupando poco a poco nuestro pensamiento, hasta que no somos capaces de concentrarnos en nada más. Eso se puede considerar santidad o locura”.
Y, ¿qué más puedo decir cuando ya está todo dicho? ¿Y qué más puedo hacer cuando están todas las cartas sobre la mesa? Tú lo sabes, yo lo sé, pero ahí estamos.
No hay nada más que yo pueda hacer, sólo me queda esperar... Y esperar, eso es todo lo que hago. Me paso la vida esperando: esperando a los típicos amigos que siempre llegan tarde, esperando a que la comida esté preparada cuando me muero de hambre, esperando a que llegue la hora de mi serie favorita, esperando esa llamada que me haga sentir un poquito mejor, esperando labrarme un futuro prometedor, esperando, esperando... Esperando a que llegue el amor de mi vida (¿existe acaso?). No se puede vivir de sueños (dicen), ¿y qué? Yo puedo, hasta ahora he podido, ¿por qué no iba a poder seguir así? Lo que para ti es un sueño quizás para mi sea toda mi realidad...
Seguiré esperando por ti, seguiré labrando en mi cabeza un futuro a tu lado, un futuro perfecto, ideal, mi futuro, tu futuro, nuestro futuro... ¿Y qué es el futuro? ¿Acaso no es mejor vivir de sueños que vivir labrando un futuro que quizás nunca llegará? ¿Existe el futuro? ¿Dónde está? Yo no lo veo... Pero los sueños si que los veo, están aquí, dentro de mi y son tan reales, que dejan de ser sueños para mi. Son mi realidad. Soy feliz con mi realidad. Pueden decirme misa, yo soy feliz así. Esperando. ¿Esperando qué? Esperando-(te). Sí, soy capaz de reconocerlo: te espero. Te espero porque así soy feliz. Soy feliz queriendote, soy feliz haciendote feliz, soy feliz cuando me dices cualquier tontería, incluso soy feliz sintiendo tu silencio junto al mio... Y mientras yo soy feliz esperandote, ¿tú eres feliz así?